Lo sucedido el pasado 8 de abril nos confronta con la fragilidad inevitable de la vida. Una noche que debía estar marcada por la alegría, terminó teñida de dolor, silencio y despedidas que nunca debieron llegar tan pronto. La tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set ha estremecido profundamente el alma de todo un país. Lo que fue un lugar de luces, música y encuentros, se transformó en escenario de angustia y luto colectivo.
Momento de recomiento y reflexión
Hoy, más que nunca, abrazo con respeto y solidaridad a cada familia afectada. A cada persona que ha perdido a un ser querido, les envío mi amor sincero y mis oraciones más profundas. Como mujer, madre, profesional y ciudadana, me uno al dolor de una comunidad herida que aún intenta entender lo incomprensible.
Este golpe nos recuerda lo efímero de la existencia. Nos obliga a detenernos, a mirar hacia adentro y preguntarnos si estamos valorando lo que realmente importa. ¿Hace cuánto no abrazamos de verdad? ¿Hace cuánto no decimos “te amo” sin esperar un momento perfecto?
Hoy agradezco intensamente por la vida. Por todo lo que me permite aprender cada día, por mi familia, por mis seres amados, por mi salud, por el trabajo que me apasiona y, sobre todo, por la resiliencia que me ha llevado lejos incluso cuando todo parecía derrumbarse.
Esa misma resiliencia es la que nos define como nación. Somos un pueblo que ha aprendido a levantarse, incluso en los momentos más oscuros. Y aunque el dolor nos ahogue, que la esperanza nunca nos abandone. Que cada desafío nos impulse a construir una sociedad más consciente, más humana, más compasiva.
Es tiempo de abrazar, de recogernos en oración, de implorar misericordia y de recordar que solo Dios puede sanar heridas tan profundas. Que esta tristeza nos despierte como sociedad y nos inspire a vivir con más propósito, a cuidar de quienes amamos y a construir espacios más seguros y empáticos para todos.
A cada familia, les reitero mi solidaridad incondicional. Que la paz que sobrepasa todo entendimiento cubra cada hogar y cada corazón herido. Que encontremos consuelo en el amor, en la fe y en la certeza de que no estamos solos.
Paz para las almas. Consuelo para los corazones. Y fortaleza para seguir adelante.