Hoy en Friusa se lleva a cabo una marcha en contra de los ciudadanos haitianos. Un acto que, más allá de su intención, refleja una desconexión profunda entre lo que decimos como sociedad y lo que realmente sostenemos con nuestras acciones. Porque no podemos hablar de desarrollo en la zona Este de la República Dominicana sin reconocer el papel vital de la mano de obra haitiana.
Ellos son quienes construyen los hoteles que nos hacen líderes en turismo, las residencias de lujo que vendemos a inversionistas extranjeros, las villas que usamos como emblema de nuestro crecimiento. ¿Cómo puede una nación avanzar si rechaza a quienes colocan los cimientos de su progreso?
Lo que se necesita no es odio ni exclusión. Lo que necesitamos es una solución estructurada, humana y valiente. Propongo lo siguiente:
1. Una Ciudad Laboral para Trabajadores Migrantes:
2. Permiso Laboral Temporal, tipo Central Romana:
3. Registro Biométrico y Organización Formal:
4. Programas de Convivencia y Educación Cívica:
Porque, sin ellos, el país se frena.
Y si vamos a construir una República Dominicana más próspera, humana y sostenible, debemos hacerlo con todos los que ya son parte de su motor.
El desarrollo no se sostiene en la exclusión. Se construye con justicia, planificación y humanidad.